No te he visto, ni te he oído, ni te he olido.
Sólo te ando con mi sombra rota. Sólo
te gusto con mi olfato como si tu
sombra prosiguiera derramada y
tu sangre, como una rosa de pie, iluminara
el espejo donde escribo anterior al sueño,
posterior, derramado yo, alquilado
para tu Espíritu Santo que ríe y juega,
y se alborota. No te he visto, ni te he besado
en la boca, ni me he salido de mí, ni he
levitado en mi bastón como si fuera tu payaso.
Hoy extiendo mi sombrero a ver si pasas.
Hoy enrolo mi tabaco en una esquina. Hoy no
te he visto, ni te he olido, ni te he besado en la boca.
Yván Sylén
0 comentarios:
Publicar un comentario