lunes, 8 de noviembre de 2010 | By: Circleliteratus

Anne Sexton...

Cuando recuerdo mis alumbramientos, también recuerdo esa sensación de tristeza, como si algo muy especial hubiera dejado de existir dentro de mi, algo que en ese momento me hacía mucha falta... el bebé dentro de mi. Los profesionales de la salud le han llamado a eso "depresión post-parto" y en inglés se le conoce más bien como el famoso "baby blue", con este recuerdo me viene a la mente Anne Sexton, todo haría pensar que fueron sus partos quienes detonaron en ella esa confusión y depresión de la que poco después fue presa. Pero tal vez no, tal vez solo fue el detonante irremediable de algo ya muy escondido que generaba cierta intranquilidad silenciosa en la mente de nuestra poeta... y fue su médico quien la invitó a que escribiera y que tomara talleres de poesía, a quien obedeció y plasmó en ellos ese personaje principal que era ella misma, siempre desde la muerte y su gran deseo de poseerla.

Trató de suicidarse un día de su cumpleaños...

Sus hijas fueron a vivir con su abuela materna, no pudo ejercerse como madre... la inalcanzable tristeza que nunca saciaba su desenfrenada estola.

Sus poemas tomaron un rumbo diferente, le dieron el reconocimiento a esa mente contrariada que solo decía por todas partes lo que sería el final y cómo... siempre en el reflejo cara a cara con la muerte Anne siempre estuvo alerta a proliferar su final... siempre se confesó a sí misma y a los demás, constantemente la conmosión de sus sentimientos y su gigante desdén por la vida... y fue con monóxido de carbono... alguien le escribió una canción.


La muerte correcta está escrita.
Colmaré la necesidad.
Mi arco está tenso.
Mi arco está listo.
Soy la bala y el garfio.
Estoy amartillada y dispuesta.
En mi alza lo tallo
como un escultor. Moldeo
su última mirada hacia todos.
Cambio sus ojos y su cráneo
constantemente de posición.
Conozco su sexo de macho
y lo recorro con mi dedo índice.
Su boca y su ano son uno.
Estoy en el centro de la emoción.

Un tren subterráneo
viaja a través de mi ballesta.
Tengo un cerrojo de sangre
y lo he hecho mío.
Con este hombre tengo en mis manos
su destino y con este revólver
tengo en mis manos el periódico y
con mi ardor tomaré posesión de él.
Se inclinará ante mí
y sus venas saldrán en desorden
igual que niños... Dame
su bandera y sus ojos.
Dame su duro caparazón y su labio.
Él es mi mal y mi manzana y
lo acompañaré a casa.

Anne Sexton

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