jueves, 18 de agosto de 2011 | By: Circleliteratus

Alda Merini... El Orfeo Meriniano

Y cuando quiera escribir
me arrancaré las uñas y manos,
y cuando quiera hablar
versaré veneno en la boca,
porque el hombre tiene los oídos cerrado por el odio,
desciende sobre mí Señor,
hazme entender que soy objeto de compraventa
yo que era tu predilecta,
hazme entender que sólo los ángeles
no tienen un alma negra,
que se compadecen del hombre;
yo enfangada estoy aquí a tus pies perenne
como Euridice nefasta.

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CANTO DE RESPUESTA

a Franco Gentilucci
Haber estado en algunos tristes lugares,
cultivar fantasmas
como tú dices, atento amigo mío,
no da derecho a creer que dentro
dentro de mi la locura siga.
He permanecido poeta también en el infierno
solo que yo buscaba de Euridice
la casta sombra y ya no tengo más palabras…
He aquí, Franco, la tierna respuesta
a tu dilema: yo soy poeta
y poeta permanecí tras los barrotes;
solo que fuera, sin casa y perdida,
he continuado a mi pesar el canto
de la tristeza, y en cada flor
de mi voz está aún la esperanza
de que nada sucedido haya podido devastar
mi surco de luz y haya perdido
la verdadera llave que me cierra a la verdad.

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Las dunas del canto se han cerrado,
Oh, maldita magia del universo
que todo lo puede sobre una blanda esfera.
Entonces no vengas tú a mi pasado
no abras deltas vertiginosos
plagas latentes, entradas
a las escaleras que móviles se encuentran
en la barandilla del declino;
Quédate, podrías ser también Orfeo
que me viene a rescatar de la nada,
quédate, oh mi valiente caballero,
yo sufro la luz, en las sombras
soy la reina, pero fuera en el mundo
podría estar muerta y tú sabes
que la desorientación me atropella
cuando veo un árbol seguro.

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Pensamientos, yo ya no tengo palabras.
¿Qué eres tú en sustancia?
Algo que llora a veces
y, a veces da luz.
Pensamiento ¿dónde tienes tus raíces?
¿En mi alma demente
O en mi seno cansado?
Eres tan osado, voraz,
consumes toda distancia;
dime, que yo me retuerza
como hizo Orfeo
al mirar a su Euridice
y así pueda perderte
en el antro de la locura.

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ORFEO A ORFEO

A L.

Ven muchacho, te conduciré más afuera
donde el viento ligero sobre las cimas
de los árboles convoca en reunión
a todas las aves, y tú no recuerdas
la pasión que incendiaba tu rostro
cuando eras muchacho,
ni el extraño equilibrio que ondulaba a tu
alrededor como si fuera una pelota
que tú recogías al bote; y no recuerdas
nada de esto y ahora, en la noche,
yo te he venido a buscar.
Reencontrarme a mi mismo
mano en la mano, como yo soy Orfeo
el adulto, el hermoso, el que ya no tiene tema,
pero tú que te has quedado ese muchacho
con la melena que yo fui un día
dime porqué la separación fue total,
y habiendo superado las innumerables tempestades
ahora estoy delante pilotando
las estrellas; dime tú, ciego muchacho
del antiguo complejo, qué sucedió
cuando nos separamos en dos riveras.
Ahora en la desembocadura nos encontramos en vano
que yo no recuerdo, mi divino Orfeo,
cómo llegué a la unidad infinita.

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LA PRESENCIA DE ORFEO

A Giorgio Manganelli


No te prepararé mostrándome a ti
en una intimidad ilimitada,
para que, al tocar tu mano,
no tenga una memoria de presagios,
yaceré en lo informe
yo misma fundida, derretida en la oscuridad,
para en lo posible, elaborada y viva,
pueda volver caos…
Orfeo, novel amigo de la ausencia,
modularás de nuevo con tu citara
la figura que nace de mi misma.
te hallarás, parsimonioso y adivino,
en el umbral de un misterio absoluto de silencio,
ignorando mis límites de un tiempo,
Gozarás al poseer la sola ausencia.
Entonces, concretándome en un primer
gesto de presencia,
seré una rama florecida de consenso,
y después, encontrando un punto de contacto,
admitiré una tímida conciencia
de vida de animal,
y me diré que ya no iré más allá,
mientras que tú me desarrollas,
sapiencia ineluctable y segura,
en un juego inesperado de armonías
en una conclusión de muchacha…
Muchacha ¿ese es el término alcanzado?
Y por el revés no lo he madurado
¿no lo he destruido después
decepcionada, ofendida en toda voluntad?
¿qué quiere decir muchacha,
sino superación de la conciencia?
Era esto de mí que no quería:
Llevarme, sin preocuparme de ninguna forma,
al vértice mortal de la vida…
¡Mas la presencia de todas mis facciones
es como urgencia que me empuja a crecer,
súbita propuesta
y aún más súbita resolución los enigmas!
Y cuando después, de mi adherencia misma,
la forma resbaló a otro tiempo
de más raras y extrañas conclusiones,
cuando de mi sentir voluptuoso
quede una adherencia de dolor,
entonces, entonces preferiré la muerte
que confirme en mi esta posesión.
Pero podemos avanzar por la vida
mano que sujeta y antorcha en alto
y también podemos dedicarnos
a los olvidos más serenos
cuando nuestros múltiples anillos
se disuelvan y se retomen en acuerdo,
cuando la seguridad de la inmanencia
nos envuelva en un bienestar absoluto.
Así, entre tus brazos ordenadores
yo me vierto, mínima e inmensa;
hecho sereno, hecho irrefrenable
actividad perenne de evolución.

25 de febrero de 1949








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