miércoles, 22 de diciembre de 2010 | By: Circleliteratus

Amelia Roselli....

Su padre asesinado... su hermano también. La vida entre países y estudios, da igual, su desenlace totalmente desligado de su evocación... su poesía de cosas desvirtuadas entre lo interno y lo externo, su poética siempre obsesiva, mántrica, de escrituras heterogéneas; es una “gramática de los pobres” que reescribe –balbuceando, tartamudeando– restos textuales de una tradición literaria plurilingüe que va de los metafísicos ingleses a Rimbaud, de Ezra Pound a Montale y a Dino Campana. Siempre en esa huida, diversificando su propio cerebro... va y regresa, le sorprende la muerte de su madre en Inglaterra (al regreso), es como si no hubiera podido evitarlo, dentro de sus contradicciones y la negación de su propia obra, la conducción de lo interno y el rechazo ambigüo de lo externo... se suicida. Con la unica seguridad que le dio su propia muerte...

El poema La Libélula fue escrito en 1958 y no fue hasta 1983 que ella decide publicarlo...

Fragmento de La Libélula...




...Otros poemas...
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Yo he cambiado de residencia, ya no soy la flor
tímida colgada donde estaban los sauces y no quiero tus ternezas
que cruel combato porque yo ya no tengo ternura.
Si quieres rozar mi tumba con tus delicadas manos
pon una pesada piedra de hierro sobre la blanca lápida que me
cubre, y escribirás
el verso que cierra
eI intenso parangón
Si no existiera esta crueldad mía y de otros si no
existieran esas alargadas piernas, esos dorsos desnudos y gráciles
bajo la hierba. No lograrás tu objetivo, antes de
pasar por mis canales estrechos y duros.

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Las flores crecen como dones y después
se dilatan
una vigilancia aguda las silencia
no cansarse jamás de los dones

El mundo es un diente arrancado
no me pregunten por qué
hoy tengo tantos años
la lluvia es estéril.

Buscando las semillas destruidas
eras la unión marchita que buscaba
robar el corazón de otro para después
usarlo.

La esperanza es un daño quizá definitivo
las monedas resuenan crudas en el
mármol
de la mano.

Convencía al monstruo de que se
escondiera
en los cuartos limpios de un albergue
imaginario
había en el bosque pequeñas víboras
embalsamadas.

Me disfracé de cura de la poesía
pero para la vida estaba muerta
las vísceras que se pierden
en el barullo
mueres barrido por la ciencia

El mundo es sutil y plano:
Deambulan allí pocos elefantes, obtusos.

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